La apertura de cuentas en forma remota y digital supone enormes beneficios al momento de escalar el negocio y conseguir nuevos clientes pero también mayores riesgos y desafíos.
Las aperturas de cuentas de clientes personas humanas son más fácilmente automatizables. El potencial cliente puede llevar adelante el proceso en forma amigable y rápida. Sin embargo, la apertura de cuentas de personas jurídicas supone un mayor grado de complejidad conforme existen determinadas barreras que dificultan el proceso. En los casos en los que la persona que realiza el proceso de apertura de una cuenta es el representante legal o único apoderado de la persona jurídica, es relativamente más fácil de llevar adelante el proceso de alta digital dado que quien se identifica como persona humana luego tiene las facultades para realizar el alta de la cuenta de persona jurídica.
Sin embargo, típicamente el proceso de apertura de una cuenta lo realiza una persona dentro de la organización que no es necesariamente el representante legal o único apoderado de la firma. ¿Por qué sucede esto? Porque quien toma la decisión de abrir la cuenta delega en un colaborador esta tarea que supone entre otras cosas juntar toda la documentación societaria que establece la normativa UIF[i] para las aperturas de cuentas.
Ahora bien, si el proceso ya no lo realiza el representante legal o apoderado, ¿Cómo logra un agente dar cumplimiento a la normativa? Se me ocurren algunas soluciones como establecer en el proceso de onboarding el rol de colaborador que puede ser interno de la organización que está abriendo la cuenta o bien externo y realizado por parte del agente. En definitiva, este último es quien debe simplificar y proveer la solución adecuada para que el potencial cliente complete el proceso de manera sencilla y pueda empezar a operar con el agente.
El rol de colaborador lo que permite es a un tercero realizar la primera parte del onboarding completando la información requerida y subiendo los archivos con la información societaria en forma electrónica. Toda vez que el colaborador –sea interno o externo-haya completado toda la documentación, el proceso debería continuar hacia una revisión y validación final por parte del representante legal o apoderado. Este deberá identificarse y ratificar o rectificar la información y documentación cargada pero sobre la base del “borrador” que hubiera completado el colaborador.
De esta manera, el proceso mantiene la robustez necesaria establecida por normativa pero al mismo tiempo ofrece una solución ágil desde el punto de vista comercial que permite la conversión de ese prospecto en cliente.
Desafortunadamente, el proceso de alta de personas jurídicas es difícilmente realizable en forma 100% digital conforme la documentación societaria debe ser revisada y contrastada para verificar su validez y vigencia. Más allá de la ayuda que soluciones de inteligencia artificial puedan brindar, la documentación societaria se encuentra digitalizada pero no está disponible en formato electrónico lo cual dificulta su comprensión por vía automática.
En suma, el proceso de apertura de cuentas de personas jurídicas en forma digital es por definición y alcance más complejo que el de personas humanas. Existen herramientas y estrategias que permiten automatizar casi la totalidad del proceso y fundamentalmente soluciones que los agentes pueden dar para simplificar el mismo desde el punto de vista comercial y asegurarse que la persona humana que toma la decisión final de abrir una cuenta lo haga en un marco favorable para ello.
[i] UIF: Unidad de Información Financiera.